Si todavía no has abandonado la entrada o la idea de escribir una novela de estas características te cuento que en toda novela de juicios son imprescindibles:
1. UN ABOGADO
Una novela judicial sin abogados está vacía. Sin embargo, no todos los abogados son iguales, ni tiene porque existir un único protagonista. Puedes encontrar distintos tipos de abogados;
- El joven, que irrumpe con fuerza y ambición en el mundo judicial. Normalmente aborda su primer caso importante (incluso su primer caso a secas) y aunque meta la pata demuestra tener muchas más luces que sus compañeros más antiguos y por supuesto una dedicación brutal al caso concreto. Normalmente se llevará algún chasco exagerado, pero la vida en los libros es lo que tiene. Si eres protagonista de una novela te vas a llevar un disgusto sí o sí. Hago un inciso para decir que también podemos incluir en este apartado a algún pasante aventajado. ¿Qué es un pasante? El nombre que los que nos movemos en el mundo de la justicia damos a nuestros becarios… pero vamos que están igual de mal pagados que cualquiera.
- El desengañado. Este que está de vuelta de todo (ya se llevó el revolcón), ha visto tanta y gente y tan diferente que no le ilusiona nada, pero nada de nada y así lo encontraremos y posiblemente sufrirá algún tipo de cambio durante la novela. O bien vuelve a confiar en la humanidad, o al menos ve que la Justicia de tanto en tanto, tiene triunfos parciales. Dependiendo de su grado de hundimiento nos encontraremos con un despacho más o menos limpito y ordenado (jejeje, los despachos jamás están suficientemente ordenados, aunque también es cierto que a mí los papeles me sacan de quicio).
- El experto… estaría en la linea intermedia entre los otros dos. Posiblemente tenga una familia encantadora y una vida «normal», varios años de experiencia a sus espaldas y este caso, el de la novela, lo descolocará totalmente.
Ni que decir tiene que aunque hable de abogados, incluyo en esta tipología a todas las abogadas también ¿eh? Una cosa que debes tener en cuenta si ambientas la novela en España de principios de siglo (como me sucede a mí) incurrirías en una incongruencia brutal, incluyendo una letrada ante de 1922. Fue enconces cuando el Colegio de Abogados de Valencia, permitió el acceso de Maria Ascensión Chirivella (no VIctoria Kent como suele pensarse) a la profesión, convirtiéndose en la primera mujer abogada de nuestro país. Pensé seriamente en incluir una abogada en mi última novela, pero luego llegué a la conclusión de que siempre podría aparecer el listo que me dijera… «¡entonces no había mujeres abogadas en España!», mientras me sacaba la lengua y engurruñaba la nariz y no, no estoy por la labor.
2. UN DELITO MUY GRAVE
En tu novela de abogados no puedes hacer que el centro de todo sea una causa por apropiación indebida de una caja de anticelulíticos. Eso me pasó a mí en la vida real, mientras ejercía el turno de oficio y aunque tuvo sus dosis de diversión (te lo aseguro), no termino de ver a nadie enganchado para ver en qué termina el trapicheo de productos corporales.
Un homicidio farragoso es lo suyo, un presunto suicidio que tenga mucha chicha detrás, una agresión sexual brutal… en definitiva algo con mucha sangre y dolor (sin pasa al reverso zombie). No me mires con esa cara que sabes que es verdad.
Este tipo de novelas requiere un delito violento y grave a ser posible con sangre y muertos, aunque también encontramos novelas en la que son delitos con carga sexual los que se enjuician (con o sin muertos). Si escribes una novela ambientada en Europa el asunto «pierde gracia» porque hace años que en la Unión Europea no hay pena de muerte que poder aplicar a los culpables. Pero si ambientas en otros países donde tu cliente puede terminar muerto, incrementas la tensión de la trama una barbaridad (sobre todo si el tipo resulta ser inocente).
3. UN CULPABLE (PRESUNTO O NO)
Si había varios tipos de abogados, es justo que haya varios tipos de culpables… ¿por qué digo culpables? Porque en algún momento de la novela has dudado, o vas a hacer dudar a los demás sobre el cliente de tu abogado imaginario. Voy a diseccionar posibles tipos de culpable:
- Presunto culpable. ¿Hay algo más bonito que conseguir que tu letrado te salve de la silla eléctrica cinco minutos antes, cuando por azares de la vida (y su gran capacidad de trabajo y estudio y blablabla) encuentra ese pequeño resquicio que demuestra tu inocencia? Ya te lo digo yo… no. Esa persona condenada por todos, enjuiciada hasta por su abogado (que a pesar de todo lo defiende) y que finalmente demuestra ser más inocente que un angelito de Murillo, es posiblemente el mejor cliente que pueda tener uno.
- Culpable-culpable. Malo hasta la médula (bad to the bone que dirían los ZZ Top). ¿Es qué los chungos no tienen derecho a defenderse?, ¿acaso no sangran como nosotros?, ¿no merecen un juicio justo? Pues sí, los malos también merecen una buena novela, porque puede que no sean culpables del crimen que se les acusa (aunque hayan cometido otros cien atropellos). Posiblemente sea uno de las cuestiones que mayor debate crea en nuestra sociedad, pero todos, todos, todos tenemos derecho a un juicio justo y eso no hace que el abogado sea un monstruo, sólo que cumpla con su trabajo (esto último lo digo en serio, soy una firme defensora del Estado de Derecho). A veces las formas no son las mejores, pero si aceptas un caso así tienes que hacerte responsable.
- Inocente-culpable. Este es que más me revienta, porque después de que has empatizado con él, viene el autor de turno y te suelta una bomba final (te ha estado engañando toda la novela, que lo sepas): es malo, cometió el crimen y sorbería tu sangre si no lo está haciendo ya. A mí es que lo de hacer trampas en literatura, no dar pistas, engañar al lector, siempre me ha sentado mal, qué vamos a hacerle…soy una inocente.
4. UN PEDAZO DE JUICIO
Seamos sinceros, cuando uno lee una novela de abogados, se va a dar de bruces antes o después con un juicio. Esto es así te pongas como te pongas.
Aunque no siempre sucede así, en muchas ocasiones es entonces cuando se resuelve el nudo del argumento. En otras ocasiones tendrás la posibilidad de enrevesar aún más la novela, llevarla hasta el límite (entiéndase cinco minutitos antes de que apliquen la pena de muerte) para aclarar qué sucedió.
Se resuelva en sede judicial o no el crimen, siempre es bueno tener un buen juicio que te permita explayarte, presionar a los testigos, ponerte chulito en algunos momentos. En plan Tom Cruise en «Algunos hombres buenos» diciendo «¿ordenó usted el Código Rojo?« y el malvado de turno respondiendo «Tú no puedes encajar la verdad» y marcándose el discurso que justifica su pérfido comportamiento, sobre el que después el abogado se marcará ese discurso que todos hemos soñado hacer alguna vez en sala (y que no nos va a dejar marcarnos el juez, ni de broma)
Y hasta aquí mi argumentación, espero que el fallo del tribunal que compones exclusivamente tú, querido lector (o lectora), sea benévolo, que hayas encontrado divertida y útil alguna de las notas de esta entrada . Si es así, comparte con tus amiguetes.
Bárbara Ramirez
17 octubre, 2016he visto mas peliculas de juicios ,que libros he leido , siguiendo tu recomendación lei Matar a un ruiseñor , he encontrado el desarrolo un poco lento , he visionado la pelicula y lo mismo , supongo que en el contexto que ocurre es como suceden las cosas y algunas ya estan predestinas desde el principio, de todas maneras lo he disfrutado.
me gusta mucho anatomia de un asesinato y Testigo de cargo.
Anabel
18 octubre, 2016Creo que testigo de cargo está basada en un relato de Agatha Crhistie, no he leído muchas cosas de ella, la verdad. Pero me apunto para ponerme con Anatomía de un asesinato que tiene muy buena pinta. En cuanto a que te parezca un desarrollo lento, creo que tiene que ver con el hecho de que no sólo es una película de juicios sino que relata la sociedad en la que viven Atticus, Scout y demás personajes. Me alegra que la hayas disfrutado. Un abrazo fuerte y muchas gracias por comentar.