Hay bastante que debería callarme, pero quiero que sepas hasta qué punto deseé leerla en su momento y cómo me enganché después. Matar a un ruiseñor ( no pienso dedicar ni medio pensamiento más a ese engendro llamado Ve y pon un centinela) estaba descatalogada cuando quise leerla por primera vez. No la encontraba en la biblioteca (para mí que la tenía alguno que era tan forofo como yo y nunca logré pillarla), ni en las pocas librerías antiguas de Badajoz. En internet me pedían un pastón por un ejemplar antiguo (de esos que huelen a polvo y tienen portada de los años setenta) y yo me moría por leerla…
Entonces surgió la oportunidad, encontré Matar a un ruiseñor en una página (cuando casi no había, no como años después cuando el pirateo ha sido brutal) donde pude descargarme gratuitamente el libro. Ni que decir tiene que cedí a la tentación y lo bajé aunque no tenía libro electrónico. Estarás pensando que para qué coño lo bajé, la respuesta es obvia: estaba más obsesionada que Gollum con el anillo. Como tampoco era cuestión de imprimirlo, tuve las santas narices de dejarme las pestañas leyéndolo en una agenda electrónica del tamaño de la palma de mi mano (no es precisamente cinco pulgadas, para que engañaros), Si no me quedé ciega entonces puede que haya empeorado mi vista un poquito. Era para verme vigilando que no se acabase la batería o , cambiando de página cada tres segundos… una lástima.
Cuando terminé de leer el libro me dije que en cuanto reeditasen me lo compraba, porque esa novela se tenía que venir a vivir conmigo. Y así fue, Círculo de lectores publicó en 2006 una edición de Matar a un ruiseñor que desde entonces vive en una de mis estanterías.
Es de los pocos libros que releo, recomiendo y regalo en cuanto tengo la ocasión. ¿Qué lo hace tan especial para mí?
- La perspectiva del narrador. Creo que sin la voz de Scout Finch no sería la misma novela, ni parecida. Harper Lee logró en Matar a un Ruiseñor, que esta voz no sonara ñoña, ni molesta, que se integrase perfectamente tanto en las vivencias diarias de los niños, como en el juicio y lo que sucede después de este. REcuerdo cuando los niños se escapan a ver el juicio desde la parte de arriba, donde están la gente de color y la visión del proceso es completamente diferente de la que nos daría un adulto.
- El personaje de Atticus Finch. Si hay algún abogado en la sala que comparezca y me diga que no ha querido ser como este padre viudo, sabio, con un amor por la justicia muy por encima de la media. Lamentablemente esta imagen quedó totalmente destrozada en el engendro cuyo nombre no volveré a mencionar y que fue publicado el año pasado (¡qué disgusto, qué disgusto!). Por cierto que si alguno logra desvincular la figura de Atticus Finch y Gregory Peck (actor que lo interpretó en el cine), que me diga como lo logra, porque no puedo .
- Por la visión de la sociedad sureña de los años treinta o cuarenta y la visión del problema racial en Estados Unidos en la época en que se desarrolla la novela. No es necesariamente lo mismo, pero sí son cuestiones entrelazadas.
- Por enseñarnos lo duro y complejo que puede resultar en ciertas ocasiones el mundo de la justicia.
Harper Lee y su padre Alabama 1961 Life Images collection Getty
- Porque vemos que hasta las buenas personas (aparentemente integradas en la sociedad) actúan a veces para protegerse, para proteger a la sociedad de la que forman parte, más que para impartir justicia, llegando a ser un instrumento en manos de los más miserables.
- Porque los monstruos que crean los niños no son tan monstruosos ni terribles, después de todo.
- Porque finalmente a cada cochino le llega su San Martín.
- Porque intuimos a dos niños que luego serían figuras del mundo literario: Harper Lee y Truman Capote. Él estaba completamente orgulloso de encarnar a Dill y así lo hace saber en su correspondencia, recogida en el libro Un placer fugaz.
- Porque la complejidad que destila Matar a un ruiseñor la convirtió de forma fulgurante en una de las mejores novelas del siglo XX y en todo un clásico de la literatura moderna norteamericana que no te debes perder.
Si con todo esto no he logrado convencerte para que vayas ahora mismo a por el libro (que el verano pasado se vendió como churros) lo leas, no sé como hacerlo. Harper Lee falleció 19 de febrero, el mismo día que Umberto Eco. En su momento ya dije que ellos se fueron, pero afortunadamente tenemos sus libros. Matar a un ruiseñor merece la pena, no te dejará indiferente y saldrás con una visión mucho más rica del mundo después de su lectura.
Complicaciones: es posible que te enamores locamente de Atticus Finch y quieras un poner un abogado, padre o pareja así en tu vida. En fin… tal y como dice la cita de inicio del libro «Supongo que los abogados también fueron niños» (Charles Lamb). Sí, supongo que lo fuimos.
Suzy_Q
8 septiembre, 2016Tuve la oportunidad de leerlo a principios de este verano y la verdad es que fue una delicia, de esos libros que no tienes prisa por acabar, de los que disfrutas leyendo la página actual sin ansiar lo que vendrá después.
Anabel
9 septiembre, 2016Totalmente de acuerdo. Es un libro muy completo, un retrato certero de la sociedad suereña de principios del siglo XX. Muchas gracias por tu comentario, un abrazo.
Miguel
11 septiembre, 2016Fíjate que es uno de mis grandes libros pendientes, que está en la lista de espera. ¡Y eso que lo he regalado!
Anabel
12 septiembre, 2016Te va a encantar Miguel, creo que es un libro muy completo. No sé si es la mirada de Scout, la descripción del ambiente del Sur de los Estados Unidos de esa época, Atticus Finch o el proio juicio, pero es un libro que engancha en muchos niveles. Besos y muchas gracias por comentar.