LA BIPOLARIACIÓN ESTÁ DE MODA

Si hay algo que se está llevando temporada tras temporada es la bipolarización, mucho más que el animal print (¿se lleva este año?, tendré que preguntárselo a quien sepa del tema). Como todos los años por estas fechas, llega el 8M y, al tiempo, la campaña para desprestigiar el feminismo que supone, aunque algunos lo desconozcan, la proclamación de la igualdad entre el mujer y el hombre (recomiendo lectura de definición de la RAE).

Los detractores de esta ideología transversal no van atacar abiertamente. Este año emplearán (de nuevo) el COVID, aferrándose a consignas facilonas, ofensivas para las mujeres. Eso sí, han decidido refinarse y señalar a las que puedan querer manifestarse. Se ha dicho que esas no son mujeres de verdad, que no miran por las salud de otros, son unas malditas egoístas. Pues ahí está servida la bipolarización, que nos conduce a las mujeres a decidir: si te manifiestas eres mala feminista y si no lo haces… también. Este tipo de eslóganes nos quiebran y normalmente no se sustentan en la realidad, apelan a nuestra emotividad para posicionarnos y no escuchar a otras personas. Es más, nos abocan a la desinformación.

 
No he visto durante estos meses a ningún militante de VOX protestar contra el sentido común de los dirigentes de su partido cuando salieron en plena pandemia, o aquellos señores tan elegantes del barrio de Salamanca que seguro que muchos recordaréis. Sí, hemos visto concentraciones de descerebrados por todo el país.

En otro rango completamente diferente, también ha habido  manifestaciones de comerciantes y hosteleros en muchas ciudades españolas que han decidido ejercer su legítimo derecho a manifestarse con todas las medidas necesarias (con y sin vehículo). Sin embargo cuando son las mujeres las que plantean  (no ejecutan, simplemente plantean) como abordar el 8M son señaladas con el dedo como unas irresponsables, porque ya se sabe que las mujeres somos unas descerebradas y unas insensatas (lo que vendría siendo unas locas del coño).

 

 

Por otro lado, y ahora es cuando me sale la vena jurídica, Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio, reguladora del derecho de reunión establece que el derecho de reunión pacífica y sin armas  es un derecho constitucional que asiste a todos, no sólo a los que nos caen bien. También dice  la ley que si la autoridad gubernativa considera que existen razones fundadas de que pueda producirse peligro para las personas (entre otros motivos) podrá prohibir o posponer o modificar la manifestación. En definitiva, si alguien pretende hacer una manifestación de las de la antigua normalidad (esa que añoramos tanto), la autoridad administrativa competente lo prohibirá. De hecho, la Delegación del Gobierno en Madrid acaba de hacerlo, por si pudiera darse alguna confluencia que provocase  peligro. Pero es mucho mejor vivir en la desinformación y en el señalar a los demás, vivir en la bipolarización y en el mirar mal al “contrario” aunque sea nuestra vecina, hermana compañera de trabajo.

Si se produce alguna concentración o manifestación este año, no dejarán de ser actos testimoniales para poner de manifiesto que las mujeres siguen siendo discriminadas, maltratadas, asesinadas, violadas… Por supuesto que hay otras formas de hacerlo y habrá quien ingenie una y mil ideas que nos hagan visibles el día 8 de marzo sin poner en riesgo la vida de nadie, pero no hay nada de malo en esas concentraciones (respetando los protocolos COVID).

 

 

Me horroriza  criminalizar el movimiento feminista a través de unas hipotéticas manifestaciones que ni siquiera se han celebrado. No es el hecho de que una mujer decida o no manifestarse, es que se provoca que ataque a otras mujeres con las palabras que emplean las consignas que aparecen en redes sociales. Las palabras son importantes, no son inocentes, tienen una carga de profundidad que puede unirnos o destruirnos.

Reconozco que he sido la primera en picar y emplearlos. No puedo culpar a quien lo hace ahora, pero sí  puedo decir que que aferrarse  ellos supone un flaco favor a una causa que, en el fondo, y con todas nuestras discrepancias, representa a la sociedad al completo. Que sí, que sí, que el feminismo es transversal y eso es enriquecedor.

Esta fiebre bipolarizadora que sufrimos no se da una vez al año (¡ojalá!), nos acompaña en el día a día, alentada por sectores diversos, y creo que parte de su origen se encuentra en esta cultura de lo inmediato en la que andamos inmersos. La falta de tiempo para reflexionar, el desconocimiento, las prisas. También, en el hecho de que nos gusta sentir que formamos parte de algo.

 

¿Tengo esperanzas de que esto cambie? No, no creo que a día de hoy tengamos la posibilidad ni el interés de que lo haga. Cada día nos cuesta más trabajo centrarnos, prestar atención, informarnos, mantener la curiosidad… Preveo que la tendencia bipolarizadora y destructiva va a tener una trayectoria larga.

No insultes a otras, no grites que no te representan, no seas instrumento de quienes quieren un feminismo fragmentado o destruido. No te manifiestes si entiendes que no es responsable, pero no insultes a quien elija hacerlo dentro de la normativa vigente y recuerda: el feminismo salva vidas (también es una consigna pero mola).

 

P.D. Ninguna de las fotos son mías, todas aparecen en unsplash y aunque los autores ceden sus imágenes gratuitamente, no está de sobra das las gracias.

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Categorías: FEMINISMO PARA TODOS

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