EL CRIMEN DE CUENCA

No sé si al leer Azaría, te has percatado de la mención que se hace muy avanzado el libro a Cuenca, concretamente al Crimen de Cuenca y  es que en 1926 salió a la luz lo que había sucedido años antes en Tresjuncos  y Osa de la Vega (Cuenca). Dicen que fue un error judicial, yo creo que fue un procedimiento plagado de lo peor que puede contaminar la justicia: torturas, soberbia y prejuicios. Todo esto había conducido a unos inocentes a prisión durante   más de doce años. Te cuento lo que sucedió.

José María Grimaldos López, un pastor del pueblo de Tresjuncos (Cuenca), conocido como «El Cepa» (ya sabés que lo mío por los motes  es pasión) había desaparecido después de vender unas ovejas, sin encomendarse ni con Dios ni con el diablo, allá por el año 1910.  El muchacho era objeto de burlas por parte del mayoral de la finca donde trabajaba y el guarda: León Sánchez Gascón, «El Pastor» y Gregorio Valero Contreras, apodado «El Varela».

Después de su desaparición comenzó a rumorearse que podrían haberlo asesinado para quitarle el dinero que había sacado de las ovejas. La familia sospechaba del mayoral y  el guarda de la finca. Los detuvieron y llevaron al juzgado de Belmonte, pero como no había prueba,s el juez (se ve que tenía un poquito de sentido común)  archivó la causa. El problema vino años después con el cambio de juez, Emilio Isasa Echenique. La familia insistió y se reabrió la causa y ahí fue donde se lió parda, pues no dudaron en emplear la tortura brutal para arrancar la confesión a León Sáchez y Gregorio Valero. Por supuesto que confesaaron y lo hicieron hasta las familias de los acusados que también se vieron sometidas a coacciones por parte de la gente del pueblo y a tortura. Las familias de cada uno llegaron a asegurar haber visto el crimen sometido por parte del otro, para librar a su familiar. Lo cierto es que los dejaron destrozados consiguieron la confesión y fueron enviados a prisión provisional durante varios años. Estas torturras se fueron cometidas esencialmente por un Sargento de la Guardia Civil llamado TAboada, pero amparadas en todo caso por el Juez al que me acabo de referir.

guardia civil expulsado con periodista y alguacil pueblo

Guardia Civil expulsado del cuerpo con periodista y alguacil del pueblo

El juicio se celebró en 1918 en la Audiencia de Cuenca y a pesar de las irregularidades, la falta de un cadáver y las torturas acreditadas, no dudaron en condenar a León sánchez y Gregorio Valero a   dieciocho años de prisión y  tuvieron suerte porque podrían haberlos condenado a garrote vil y entonces si que no habría existido posibilidad alguna de solucionar el entuerto. La pena de muerte es cruel y definitiva, absolutamente irreversible y que yo sepa no ha disuadido a ningún delincuente de cometer la tropelía que se trajera entre manos. Sé que en un blog no se debe polemizar pero tengo que ser muy clara en este sentido: estoy en contra de la pena de muerte. En la Audiencia no tardaron más de treinta minutos en condenar a estas personas. El principio de presunción de inocencia hacía tiempo que había desaparecido, sobre todo teniendo en cuenta que ellos mismos habían confesado el asesinato del pastor.

Sus familias fueron condenadas al ostracismo por parte de la sociedad rural en la que habitaban, sufrían amenazas y el desprecio del resto de la población. León y Valero permanecieron en prisión hasta el 4 de julio de 1925 y como consecuencia de dos decretos de indulto, pero todavía eran considerados asesinos.

¿Que sucedió? Pues que el «Cepa» revivió de entre los muertos y decidió que quería casarse… sí, como lo escuchas. El 8 de febrero de 1926 el cura de Tresjuncos recibió una carta de otro sacerdote de Mira, donde le pedía la partida de bautismo de José María Grimaldos , el «Cepa», que iba a casarse. El cura de Tresjuncos, que había intervenido activamente en el procesamiento de los «asesinos» decidió ocultar la carta y no contestarla, ni por supuesto decir a nadie que el muerto estaba muy vivo. No envió la certificación y Grimaldos, impaciente por casarse se presentó en el pueblo después de dieciséis años. Sus padres ya habían muerto, pero podéis imaginaros el asombro del resto de la población que creía que se lo habían comido los cerdos, aunque más de uno había asegurado verlo hacía tiempo y creyó que era un fantasma. Después de todo era un muerto ¿no?

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El nuevo juez que hay en Belmonte ordena su detención y en poco tiempo llega la noticia a todos los rincones de España. Los periódicos se hacen eco del asunto, se abre una comisión que acude a investigar y depurar responsabilidades. Aunque no se llega a hablar expresamente de las torturas en los periódicos de la época, que entonces denominaban este caso como «el crimen de Belmonte», sí se deja claro que fue el Juez el que vigiló y autorizó todas y cada una de las actuaciones de la Guardia Civil. Se deprimió muchísimo y sufrió una angina de pecho en su domicilio de Sevilla el día 22 de julio de 1926 (año en el que trascurre la acción de Azaría), muchos dicen que lo que sucedió es que se suicidó, igual que el párroco de Tresjuncos que apareció ahogado por esas fechas.Algunos de los guardias civiles que intervinieron en el proceso fueron expulsados del cuerpo y se dice que el Sargento (ex Sargento) Taboada recibió una paliza de padre y señor mío que no consiguió aplacar a Gregorio y León, que habían pasado más de doce años en prisión. He tenido la oportunidad de leer alguna declaración del Sargento, donde venía a dar a entender que en realidad no habían matado a Grimaldo, pero seguro que habían matado a alguien, a algún viajante de ganado… en fin, se ve que el tipo buscaba escurrir el bulto de lo que había hecho como pudiera. Un sinvergüenza de marca mayor.

El Tribunal Supremo revisó la sentencia impuesta a  Gregorio Valero y León Sánchez y los indemnizó por los perjuicios sufridos, aunque no creo que sea posible cubrir ese tipo de daños.

Es evidente que el Juez, la Guardia Civil y el Sacerdote tuvieron responsabilidad en lo sucedido, pero no sólo fueron ellos, también muchos de los habitantes del pueblo que no dudaron en confirmar la culpabilidad de estos hombres, en hacer de sospechas certezas y destrozar la vida de dos familias . A día de hoy quedan muchas dudas por resolver, ¿por qué se fue el «Cepa» sin decir nada?, ¿seguro que nadie lo vio hasta 1926?

Ya sabes que los primeros treinta años del siglo XX son un hervidero de hechos que hemos ido olvidando. La crónica negra puede venir de cualquier lado, hasta de un juez que se cree con potestad para todo. ¿Conocíais este asunto?, ¿podéis contar más cosas de él?

Un beso y feliz semana.

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